Vino para rastrear en excelsa romería
esteros dóciles y febriles enterrados bajo la piel
Lo intimado atrás vivido en el desierto titánico
con la sangre en las manos.
Atrás dejo la ciudad de veneno y banquetes funerales.
Se vistió con su nimbo y su túnica y atravesó las eras de la vida:
Pre-diluvianas, monte santas, científicas y post-alienígenas.
Lo encontré por casualidad en mi laboratorio
mientras mezclaba conjuros en el fondo de una probeta
alterada en tiempo y espacio
y ligada a el espejo líquido de mi tinta.
Luego substraje de ese elíseo exiguo y espeso
la cima encendida de sus ojos
y pude extirpar de su cerebro
los efectos que hoy delinean mi alma sobre comarcas de palabras.
Por: Naxas Narat
Deja una respuesta