Es retornar al interior
a la morada que convulsiona de abandono
y se esparce en la intemperie
para colmarla con colores
que permitan que sus rayos
se entretejan de deleite.
No es sentirse aislado
Es palpar la máquina por adentro
y reencontrarse con la humedad
que viva y alimente células escasas de destello.
Es alejarse del ambiente
sacudirse de temáticos influjos
de ordalías que disipen la nobleza
y pertenecer vivamente a la materia desde el alma.
No es profesarse en el encierro
o ver las barreras que aprisionan
Es darse la vuelta
y aventurarse en los jardines
que rebocen de actitud.
Tan solo es verse desde adentro
explotando en mil abrazos
y estar en todo ellos a la vez.
Por Naxas Narat
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