Somos la organización más antigua del mundo. Cuando nació el Hombre, estuvimos allí. Cantamos la primera canción de cuna. Sanamos la primera herida, consolamos el primer terror. Éramos los Guardianes contra la Oscuridad, los Ayudantes en el Camino de la Mano Izquierda. Dibujos en la roca de los Pirineos nos recuerdan, y pequeñas imágenes de arcilla, hechas para un propósito ya antiguo cuando el mundo era nuevo. Nuestra mano estuvo en los viejos círculos de piedra, el monolito, el dolmen, y el roble del druida. Cantamos las primeras canciones de caza, hicimos crecer los primeros granos; cuando el Hombre se irguió desnudo ante los Poderes que le habían creado, cantamos la primera canción de asombro y terror. Nos lamentamos entre las Pirámides, vimos a Egipto ascender y decaer, reinamos por un tiempo en Caldea y Babilonia, Reyes Magos. Nos sentamos en las secretas asambleas de Israel, y danzamos los salvajes y majestuosos bailes en las sagradas arboledas de Grecia.

En China y Yucatán, en Kansas y Kurdistán somos uno. Todas las organizaciones nos han conocido, ninguna ha sido nuestra; cuando hay demasiada organización, nos marchamos. Estamos del lado del Hombre, de la vida y del individuo.
Estamos, por ende, contra la religión, la moral y el gobierno. Por lo tanto, nuestro nombre es Lucifer. Estamos en el lado de la libertad, de la alegría y de la risa y de la divina embriaguez. Por ende, nuestro nombre es Babalon.

A veces nos movemos libremente, otras, en silencio y en secreto. El día y la noche son uno para nosotros; la calma y la tormenta, las estaciones y los ciclos del hombre, todas estas cosas son uno para nosotros, porque buscamos las raíces. Permanecemos suplicantes ante los Poderes de la Vida y de la Muerte, escuchamos a esos Poderes y los utilizamos. Nuestro camino es secreto, la dirección desconocida. Nuestro camino es el camino de la Serpiente en lo subterráneo, nuestro conocimiento está en los ojos de las cabras y de las mujeres.

Merlín fue uno de nosotros, Gawain y Arturo, Rabelais y Catullus, Gilles de Retz y Juana de Arco, De Molensis, John Dee, Cagliostro, Francis Hepburn y Gellis Duncan, Swinburne y Eliphas Levi, y muchos otros bardos, Magus, poetas, mártires conocidos y desconocidos que portaron nuestros estandartes contra el enemigo multiforme y omnipresente, la Iglesia y el Estado. Y cuando esas alimañas del infierno –la Iglesia Cristiana- sumió a Occidente en la esclavitud del pecado, la muerte y el terror, nosotros, y sólo nosotros, trajimos esperanza al corazón del hombre, a pesar de los calabozos y las estacas.

Somos la Brujería, y aunque uno pueda no conocer a otro, aun así estamos unidos por un lazo indivisible. Y cuando el grito salvaje del águila en lo alto suena en tu mente, sabes que no estás solo en tu anhelo de libertad. Y cuando el eco del aullido del lobo se escucha en los bosques de tu noche, sabes que son quienes merodean. Y cuando los caminos de tus camaradas parecen ir hacia la idiotez y la locura, sabes que hay otros que han visto y juzgado –y actuado.

Ahora sabemos que el poder al que servimos, reside en el corazón de todo hombre y mujer así como el árbol reside en la semilla. Y para estar con nosotros, debes invocar a ese Poder, y serás como uno de nosotros. Y cuando nuestro Poder y Gozo se dejen caer sobre ti, debes ir lejos y ejercer tu voluntad entre los hombres, y nadie te dirá que no. Y si es tu voluntad, debes ejercerla secretamente; y si es tu voluntad, debes ejercerla abiertamente, tal como gustes.